En Chad, un año después de la muerte de Déby se diluyen la promesas de la junta
Hace un año, el ejército anunciaba que el presidente de Chad Idriss Déby Itno, quien gobernó con mano dura 30 años, había muerto enfrentando otra rebelión.
El mismo día, el 20 de abril de 2021, su hijo Mahamat Idriss Déby Itno, joven general de 37 años, era proclamado jefe de una junta de 15 generales y Presidente de la República "de transición".
Fue de inmediato apoyado por la comunidad internacional, Francia, la Unión Europea (UE) y la Unión Africana (UA), los mismos que sancionan a militares golpistas en otras partes de África. Porque su ejército es indispensable en la guerra contra los yihadistas en Sahel y porque Mahamat Déby promete entregar el poder a los civiles en 18 meses.
Pero la situación se encuentra estancada desde entonces.
¿Qué prometió la junta hace un año?
El nuevo hombre fuerte de Yamena disolvió inmediatamente el Parlamento, destituyó al gobierno, abrogó la Constitución pero prometió "elecciones libres y democráticas" tras una "transición" de 18 meses.
La transición podría renovarse "una vez", matizó el general Déby, quien se comprometió a no presentarse en la futura elección presidencial.
Francia, la UE y la UA piden que la transición no supere los 18 meses, y por lo tanto elecciones en el otoño de 2022.
Dos meses más tarde Mahamat Déby plantea prolongar la transición si los chadianos no "son capaces de entenderse", y entrega a "Dios" su "destino" personal para la presidencial.
Otra promesa importante: un "Diálogo nacional inclusivo" abierto a "todas" las oposiciones, políticas y armadas, entre ellas cincuenta grupos y grupúsculos rebeldes que hostigan al poder desde hace 30 años.
¿Por qué será difícil o casi imposible cumplir?
En la actualidad las elecciones son una quimera a seis meses de la fecha límite teórica, cuando las posiciones están muy contrastadas y los retardos son irreversibles.
Un "prediálogo de paz" se inició en Doha el 13 de marzo con "todos" los grupos armados. Una "mano tendida" como lo afirma Mahamat Déby, que contrasta con la intransigencia de su padre.
Ahí está el problema: más de 250 miembros de unos cincuenta movimientos rebeldes están desde hace meses en la capital de Catar, pero rechazan hablar directamente con los emisarios de la junta y ni siquiera se entienden entre ellos.
La oposición ve en ello una maniobra dilatoria del poder para sabotear por anticipado esas negociaciones, imponiendo al mediador catarí, que se oponía, un enorme número de interlocutores, lo que garantiza un diálogo de sordos.
Un mes después, en Doha, no aparece ningún avance tangible y mantener el diálogo nacional previsto para el 10 de mayo en Yamena parece ilusorio.
Y además cuando al mismo tiempo la oposición política, a la que Mahamat Déby deja manifestarse, lo que era inconcebible bajo el gobierno de su padre, no acepta desde comienzo de abril la organización del foro.
Y amenaza con boicotearlo, acusando a la junta de perpetuar las "violaciones de los derechos humanos" y preparar una candidatura del general Déby a la presidencial.
¿Cuáles son los posibles escenarios?
"La agenda de la transición no será respetada", dice Thierry Vircoulon, especialista de Africa central en el Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI).
"Un acuerdo será muy difícil de lograr, lo que aplaza la transición", señala Roland Marchal, del Centro de Investigaciones Internacionales (Ceri) de Ciencias Políticas de París.
La junta prometió el sábado que la fecha del 10 de mayo será respetada.
Pero por ahora, la perpetuación del régimen del padre parece la hipóteis más probable.
Su poder muy autoritario se apoyaba en un poderoso ejército controlado por su etnia zaghawa.
El hijo rápidamente "consolidó su poder rodeándose de caciques del antiguo régimen", asegura Thierry Vircoulon.
"Son los mismos los que están el poder, alrededor de los zaghawas", subraya Roland Marchal.
Ese statu quo podría convenirle a la mayoría de los chadienses y a la comunidad internacional, que vería en ello estabilidad para una región inestable, con problemas en República Centroafricana, Libia, Sudán y minada por el activismo de los yihadistas de Boko Haram y del Estado islámico alrededor del lago Chad.
(A.Berg--BBZ)